Por Yanira Soundy
Cuando era una niña de ocho años, escuché decir qué lamentablemente en El Salvador la gente valía por sus títulos, forma de vestir y transportarse, rango familiar y posesiones materiales.
– “Usa un tipo de vehículo y verás cómo consigues parqueo más rápido, vístete con ropa de marca y te llamará la atención la forma en que te hablan y como sonríen las personas”. Esto naturalmente, me enojaba, pues siempre he pensado que el valor de las personas sólo debe medirse por sus acciones y su trabajo.
Durante mi niñez, creí firmemente que podría lograr absolutamente todo si me lo proponía a pesar de no tener dinero. Pero al llegar a mi adolescencia, comprendí que la vida es efímera y que nuestros planes no son en la mayor parte de veces los planes de Dios. Conocí las diferentes escalas de valores de muchas personas y supe que cuando logramos aceptar la Voluntad de Dios, podemos construir proyectos que no serán temporales y que en verdad podrán hacer la diferencia.
En estos últimos diez años, Dios me ha dado la oportunidad de reflexionar y crecer en esta valoración. He podido observar a diferentes personas realizar trabajos desde la recolección de basura, compra y venta de chatarra, papel, juguetes y libros usados, personas que arreglan todo tipo de cosas, ejecutivos de cuentas, profesionales, gente de oficios y ventas, personas diversas. Y al conversar con ellas, he podido constatar que todas tienen en común: el valor del trabajo.
Sé que es bonito para nuestros egos lograr títulos, graduarnos de maestrías y diplomados, recibir honores y condecoraciones, pero nada de esto nos llevaremos a la tumba. El legado que podremos dejar a nuestro país, es haber trabajado incansablemente en lo que creemos y amamos, en lo que puede ayudar a mejorar la vida de muchas personas.
Si cada persona trabajará con verdadera pasión en su oficio o profesión, nuestra sociedad tendría un mejor empuje y desarrollo, los mejores recolectores de basura y las más grandes empresas de reciclaje, esto mejoraría sin duda la situación de nuestro medio ambiente y la salud de todas las personas, porque absolutamente todos los trabajos honestos son importantes.
Si trabajamos con verdadera pasión, los oficios serán más rentables y las profesiones realmente eficientes. El problema que siempre he visto, es que mucha gente hace lo que no le gusta, trabaja en lo que cae y no logra desarrollar sus sueños ni sus potencialidades.
Nuestro país se esfuerza en educar profesionalmente a cientos de miles de personas, tenemos una gran cantidad de profesionales, pero no hay suficiente personal especializado en áreas técnicas.
Y de esta forma pasamos la vida buscando a un mecánico que sepa bien su trabajo y sea honrado, un profesional de la medicina que busque prevenir enfermedades, sin esperar a que empeore el paciente para sacarle más dinero, buscamos a profesionales del Derecho que sean justos, a políticos honestos, a empresarios y profesionales competentes que realicen su trabajo eficientemente sin aprovecharse del prójimo ni de sus empleados, buscamos amistades que sean en verdad amigas y familias que practiquen la hermandad, solidaridad y el cariño. Buscamos siempre y en la mayor parte de casos no encontramos nada. Entonces nos volvemos fríos e indiferentes.
Debemos creer que podemos y hacer lo que nos gusta y vivir de eso.
El valor del trabajo es fundamental y debe ser fomentado desde la niñez, para que llegado el momento de enfrentar la vida, todas las personas puedan lograr salir adelante con o sin títulos, con o sin vehículos de lujo, usando ropa sencilla o de marca. Pues la esencia de todo es la pasión con la que se trabaja y hacer lo que nos gusta, lo demás viene después por añadidura.